La leyenda áurea del Lignum Crucis
Una de las reliquias más importantes y célebres que existe dentro de la historia del cristianismo es la del Lignum Crucis (“la madera de la Cruz”). Como su propio nombre indica, hace referencia a la madera que, supuestamente, fue utilizada por los romanos para fabricar la cruz en la que fue crucificado Jesús de Nazaret.
En torno a ella existen muchas leyendas, una de las más famosas y polémicas es la conocida como la Leyenda Áurea (o Leyenda Dorada) que expandió durante el siglo XIII Jacobo de la Vorágine. En ella se relatan diversos detalles que revelan cierto cariz antisemita. Se cuenta, por ejemplo, que cuando Elena llegó a Jerusalén fue a ver a los judíos pues le habían avisado de que eran ellos quienes custodiaban la cruz; estos se negaron a decirle dónde la tenían guardada ya que temían que la profecía que aseguraba que desde el momento en el que esta fuese escondida por cristianos, los judíos no reinarían más.
Visto esto, se dice que Elena se enfureció tanto que amenazó con prenderles fuego a todos los judíos de la ciudad y de este modo consiguió que un judío de nombre Judas la llevase hasta el lugar donde la guardaban. Una vez allí, la leyenda asegura que se extendió por el lugar un leve perfume y que el suelo tembló levemente. Al ver esto Judas se convirtió, bautizándose y haciéndose llamar a partir de ese momento Ciríaco.
Fue él mismo quien excavó en el suelo hasta encontrar las 3 cruces que se encontraban allí enterradas.
Para descubrir cuál de las tres era la del Señor, la emperatriz detuvo a un cortejo fúnebre que pasaba por las cercanías y acercó al difunto a cada una de las cruces.
Ante la última, el muerto resucitó, sabiéndose así que esta era la verdadera. Ciríaco, según esta crónica, acabaría por haber sido Obispo de Jerusalén.
Foto Vía: Dios y santidad blogspot
Publicado en: Misterios de la Biblia
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