Tumba de Pedro en el Vaticano ¿verdad o mentira?

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«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mateo, 16, 13-20)

La Historia, leyenda o creencias populares católicas, según el punto de vista, identifican al apóstol Pedro como el pilar sobre el que se asientan los cimientos de la Iglesia Católica. El Vaticano es, hoy día, el símbolo y centro del mundo católico, y como tal el edificio que lo representa su Basílica de San Pedro. Precisamente, bajo ella, debajo del altar papal, debajo mismo del centro del coro y directamente bajo la Cúpula que un día diseñara el gran Miguel Ángel, se levanta un monumento simbólico y muy sencillo que revela la presencia de un sepulcro que, según dicen, contiene los restos de Pedro, el alma de la Iglesia.

Curiosamente, esta necrópolis es de reciente hallazgo, pues fue descubierta en los años 40 del siglo XX cuando se estaban haciendo unas obras que habían sido encargadas por el entonces Papa Pío XI. Durante muchos años se habían buscado esos restos, pero quiso la casualidad que no fuera en unas investigaciones arqueológicas cuando se descubrieran.

En el subsuelo de la Basílica se encontraron dos filas de tumbas perfectamente alineadas que databan de los siglos I y II de nuestra era. Rápidamente la Iglesia movió todo lo necesario para dictaminar si aquélla podría ser la necrópolis tan largamente buscada.

En excavaciones de este tipo, bajo suelo papal, en territorio vaticano, la dirección pertenecía a la propia Iglesia. Siendo así, y conociendo historias pasadas, la validez y objetividad de las conclusiones que pudieran sacarse podrían quedar en entredicho. Se encargó, además, las investigaciones a dos personas íntimamente ligadas con la propia Iglesia: Monseñor Kaas, el supervisor de las mismas, y el arqueólogo Antonio Ferrua, un monje jesuita.

Diez años duraron aquellas primeras investigaciones en las que poco a poco la Iglesia descubrió en Ferrua a un arqueólogo serio y objetivo, que para nada se doblegó a los dictámenes de la propia iglesia. Lejos de lo que hubiera deseado el estamento papal, de aquellas investigaciones nada pudo sacarse. No se encontraron indicios de que aquellos restos pudieran pertenecer a Pedro. No había símbolos ni inscripciones, no había dataciones ni nada que objetivamente pudiera hacer pensar que allí descansaba el Apóstol.

Así se lo hizo saber a Pío XI. Lejos de aceptar aquellos resultados, la Iglesia inició unas nuevas investigaciones y, por supuesto, Antonio Ferrua fue descartado de las mismas, entregando el pleno gobierno de las mismas a Monseñor Kaas y, a su muerte, a Margherita Guarducci, una epigrafista muy cercana a los altos estamentos del Vaticano.

Curiosamente, y a pesar de que durante diez años, nada había podido encontrarse a pesar de que el trabajo fue duro y detallado, rápidamente se encontraron mensajes donde no hacía muchos meses habían dicho que nada había.

Guarducci encontró una inscripción al lado mismo de la tumba que tradujo como «Pedro está aquí«. Incluso sobre la propia tumba encontró símbolos que hacían referencias al Apóstol. Ya se tenían las pruebas necesarias y, por si fuera poco, unas investigaciones realizadas por ella misma sobre las osamentas determinaron que éstas pertenecían a un hombre de unos 70 años, muerto durante el siglo I de nuestra era. Con eso se completaba el ciclo para que, al fin, el Papa Pío XI pudiera hacer oficial el descubrimiento.

Así lo hizo a través de Radio Vaticano en diciembre del año 1950. Habían hecho falta solo unos meses para encontrar todo lo necesario para que así se constatara que, tal como decían las Antiguas Escrituras, la Iglesia se había levantado sobre Pedro, siendo éste así la piedra angular sobre la que se cimentó toda la creencia católico. De nuevo, un antiguo dicho se cumplía.

Evidentemente, aquellas investigaciones de Guarducci siempre han estado en entredicho por su falta de rigor científico. Tanto fue así que posteriores pruebas realizadas nuevamente sobre los restos encontrados en aquella tumba determinaron que los huesos no pertenecían a una sola persona, sino que entre ellos había huesos de un niño, de una mujer de unos 50 años, de un caballo y hasta de un cerdo.

Pero ahondando más en la antigua Historia de Pedro, nada, ningún escrito ni ningún texto, atestigua que verdaderamente Pedro estuviera en Roma. De hecho, incluso el apóstol Pablo escribió siete cartas desde Roma en las que nunca mencionó a Pedro. Es cierto, eso sí, que hubo un monumento levantado en honor a Pedro en aquel mismo lugar, aunque se data en el siglo II, pero no fue sino hasta la época de Constantino, cuando el cristianismo comenzó a hacerse fuerte, cuando comenzó a extenderse el rumor de que bajo aquel monumento había una supultura. A eso se unió la cada vez mayor creencia popular de aquel entonces de que Pedro era el centro de la Iglesia… sólo hubo que atar cabos para que aquéllo se extendiera por todo el cristianismo, sin más pruebas que la de un monumento erigido en las colinas vaticanas.

Ateniéndonos además a las tradiciones de la época, y dado que supuestamente Pedro fue martirizado por un delito grave por aquel entonces, el de pertenencia al cristianismo, los cuerpos de los así sacrificados, eran arrojados a las aguas del Tíber, y desde luego, difícilmente, se les concedía sepultura.

Muchas coincidencias, una vez, como tantas otras en la historia del cristianismo, las que se dieron desde el siglo II, hasta el año 1950, para considerar al fin, que las palabras atestiguadas en el Libro de los Apóstoles eran ciertas.

¿Ciertas? quizás sí, quizás no. Pero a día de hoy, difícilmente demostrable que lo que hoy se venera bajo San Pedro sean los restos reales del apóstol Pedro.

Foto vía: Fred T.

Publicado en: Misterios sin resolver

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40 comentarios

  1. Hugo dice:

    Respuesta para José y Mariano : AMÉNNNNN!!!!!!…
    Entre todas las Religiones Cristianas hay que buscar lo que NOS UNE (Ecumenismo), y para lograr esto, se necesita de la CARIDAD. Saludos y bendiciones para todos; y como dijo el Papa Francisco, para los que creen, y para los que no creen.

  2. CocoCH dice:

    miren, yo creo mucho en la iglesia en Dios y en Jesus, soy una católica arraigada y que en su infancia Sirviente de la iglesia (acolita) también, muy cercana a la iglesia (tsnto asi que mi padrino es de hecho un párroco)pero hay algo fundamental en la iglesia en si, esta dirigida por el hombre (y para bien o para mal,diferente en cada caso) tiene libre adbedrio, lo que lo convierte en un ser vulnerable, mentiroso, manipulador, etc, etc. así que la iglesia como estamento publico esta vulnerable a la mano del hombre..

  3. AARON dice:

    LO QUE NOS DEBE INTERESAR DEL APOSTOL PEDRO NO SON LOS RESTOS OSEOS PORQUE FINALMENTE SOMOS «POLVO Y AL POLVO VOLVERÁS» PUES MUERTO ESTA, SINO LO QUE HIZO EN VIDA QUE FUE QUE ENTREGO SU VIDA A DIOS Y A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO POR QUE NO MEJOR LEEN SUS CARTAS DE 1a Y 2a QUE LLEVAN SU NOMBRE EN LA BIBLIA, ADEMAS DE LOS EVANGELIOS (MATEO-JUAN) Y EL LIBRO DE LOS HECHOS PORQUE «A USTEDES LES PARECE QUE EN ELLAS (SANTAS ESCRITURAS) ENCONTRARAN LA VIDA ETERNA»POR MEDIO DE LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESÚS LEER EL LIBRO DE ROMANOS ¡¡¡BENDICIONES A TODOS!!!

  4. Walter dice:

    En la llamada tumba de san Pedro, hay una inscripción de un ¿cristiano? pidiéndole a Pedro que interceda por él, sólo eso prueba que la llamada tumba de Pedro en un fraude, un engaño, porque ningún cristiano primitivo hacía oraciones a los santos muertos, porque es espiritismo.

  5. Mandeville dice:

    Muy mal documentado. Habla constantemente del Papa Pío XI y que este Papa hizo la proclamación de que eran los restos de San Pedro en 1950. Pío XI falleció el 10 de febrero de 1939, por lo que muy malamente pudo decir nada en diciembre de 1950, en el que el papa era Pío XII. Y no estamos ante un «lapsus cálami» puesto que hasta en tres ocasiones nos cita a Pío XI en vez de a Pío XII. Muchas veces para ser un simple error de escritura. Con un error garrafal como ese, ¿qué podemos esperar de todo los demás?

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