Las aventuras de Ulises: los cicones

El barco de Ulises

Ulises, Odiseo en griego. Os hemos avanzado, semanas atrás, su peripecia a grandes rasgos. Esas aventuras que, transmitidas de generación de generación, al amparo muchas veces de un fuego en medio de la noche, trascendieron el ámbito griego para convertirse en uno de los paradigmas de la literatura: la Odisea.

Vencida Troya, la flotilla de Ulises parte hacia Grecia junto a las numerosas naves de Agamenón. Pero los dioses, deseosos de castigar a los griegos por no haber respetado al enemigo derrotado, desatan los elementos: vientos huracanados, tempestad de lluvia, truenos amenazadores y olas gigantes. Los doce barcos de Ulises pierden contacto con el resto: aquí comienzan las tribulaciones.

Sin embargo, nada indica todavía que Ulises y los suyos estén a punto de cruzar el umbral de los hombres para adentrarse en un mundo legendario que tan pronto deviene divino (Circe) como resulta monstruoso (los Cíclopes). La primera escala tras la tormenta no es nada extraña. Ulises desembarca en Tracia, entre el pueblo de los cicones. Éstos reciben a los navegantes de manera hostil, es cierto. A lo que Ulises responde conquistando su ciudad, Ísmaro.

El rey de Ítaca y su gente matan a la mayoría de los habitantes de Ísmaro. Pero, repetimos, en esto no hay todavía ningún signo extraordinario. Así era costumbre comportarse. Al sacerdote de Apolo, empero, llamado Marón, le perdonan la vida. Marón les regala doce ánforas con un vino prodigioso, divino. Los griegos, creyéndose afortunados, esperan la llegada del alba para embarcar de nuevo. Pero de madrugada, los cicones de las montañas atacan el campamento de Ulises, junto a la playa. Tienen que echarse a la mar a toda prisa. Aun así, muchos mueren.

De nuevo, allí vemos la menguada flota de Ítaca sobre las aguas. Los barcos rebasan el cabo Maleo. Después de más de diez años, Ulises vuelve a contemplar la franja litoral de su patria. Sí, allá a lo lejos. Es Ítaca. ¿Fin de la historia? Muy por el contrario, la verdadera Odisea sólo comienza ahora.

A punto de arribar a su país, un temporal inesperado (ay Poseidón, Poseidón) los arrastrará lejos, muy lejos. Ulises y los suyos perderán toda referencia, habrán sido arrojados más allá de los mares familiares. Lo que les espera a partir de ahora es lo desconocido, ciudades y razas acerca de las que ningún griego había dado segura noticia, por la sencilla razón de que aquellos que se habían atrevido a traspasar tales fronteras no habían vuelto para contarlo. ¿Os lo vais a perder?

Publicado en: Los viajes de Ulises

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1 comentario

  1. pepe dice:

    muy largoy aburrido

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