Galatea en la mitología griega
Si buscamos Galatea en la mitología griega encontramos dos historias que tienen como protagonista a alguien con ese nombre pero que no son en sí el mismo personaje. Encontramos, por ejemplo, a la joven que robó el corazón del cíclope Polifemo.
Galatea y el cíclope Polifemo
En el año 275 a. C., el poeta griego de Sicilia Teócrito dedicó dos poemas al amor de Polifemo hacia Galatea. Cuenta que ella era una nereida, hija de Nereo y de la ninfa Toosa; una joven de gran belleza que habitaba cerca de Sicilia. El cíclope Polifemo se enamoró de ella, pero su amor no era correspondido, pues el corazón de Galatea latía por el bello Acis, un pastor siciliano, hijo del dios Pan y una ninfa. Ambos eran amantes y una noche, mientras se encontraban descansando a la orilla del mar, Polifemo los descubrió. Invadido por los celos, el furioso gigante de un solo ojo le lanzó una enorme roca a Acis y lo aplastó. Completamente devastada, la pobre Galatea acudió a los dioses, quienes convirtieron la sangre de Acis en un río de límpidas aguas que hasta hoy lleva su nombre.
Algunas versiones de este mito cuentan que finalmente Galatea correspondió a Polifemo y de su unión nacieron Gálata, Celto e Ilirio.
Otras antiguas corrientes aseguraban que Galatea pertenecía en cuerpo, alma y corazón al imponente Polifemo y que Acis fue quien se enamoró de ella. Cuando el cíclope lo supo, intentó matarlo lanzándole unas rocas. Para poder huir, y antes de que lo pudieran alcanzar, el joven se transformó en río y así evitó la tragedia.
Mito de Pigmalión y Galatea
Por otra parte, encontramos que también se llamaba Galatea la estatua erigida por Pigmalión, rey de Chipre. Éste vivía en soledad, lejos de cualquier compañía femenina, y un día comenzó a esculpir una estatua con forma de mujer de rasgos voluptuosos. Esta estatua llegó a ser tan hermosa que acabó enamorándose de ella.
Durante una celebración en honor a Afrodita, Pigmalión suplicó a la diosa que le concediera vida a su amada de marfil, pero ésta le respondió con una señal que el rey no compendió y regresó a su casa muy decepcionado. Después de contemplar a su creación durante largas horas, se acercó a ella y la besó. Entonces Pigmalión se dio cuenta de que ya no eran fríos sus labios de marfil. Volvió a besarla y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador.
La diosa Afrodita terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad. De esa unión nació Pafo, que dio su nombre a la isla de Pafos.
Otros personajes de la mitología griega:
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Primitivo M.