La tumba de Santiago el Mayor
El fervor que despierta en España el Apóstol Santiago desde siglos atrás está fuera de toda duda. Símbolo del cristianismo europeo, Santiago fue parte importante de algunas de las leyendas que envuelven a la historia de España en una época tan convulsa como fue la de la invasión musulmana. En dicha época no solo se consideraba que peligraban los territorios dominados por la Cristiandad, sino las propias bases de las creencias católicas.
¿Quién era Santiago el Mayor?
Santiago fue uno de los doce apóstoles que siguió a Jesucristo. Hijo de Zebedeo y de María Salomé, se le apodó como «el Mayor» para distinguirlo de otro de los apóstoles de mismo nombre al que se conoció como Santiago «el Menor».
Tras la muerte de Cristo en el año 33 d.C. sus discípulos se dispersaron por todo el mundo para predicar la Palabra de Dios. Santiago el Mayor comenzó por Samaria y Judea para después cruzar el Mediterráneo y llegar a Gallaecia. Cuenta la obra «la Leyenda Áurea» del hagiógrafo Jacopo della Voragine, del siglo XIII, que en sus primeros tiempos en tierras hispanas sus predicaciones apenas calaron en el pueblo aunque finalmente consiguió siete discípulos, los «varones apostólicos», quienes llevaron sus palabras hasta el resto de la Península.
Ligado a la figura de este santo apóstol figura también otra leyenda que se recoge en un manuscrito de Gregorio Magno. Según éste, en las afueras de Caesaraugusta, la actual Zaragoza, se le apareció sobre un pilar la Virgen María rodeada de un coro de ángeles. Sobre este lugar se construiría años después una iglesia y sobre ella una Basílica (la del Pilar) en advocación a aquel hecho milagroso.
Tras esta aparición cuenta la mencionada leyenda Áurea que Santiago el Mayor se encaminó nuevamente a Judea donde en el año 41 d.C. fue capturado y decapitado por el rey Herodes. Tras su fallecimiento, el cuerpo de Santiago el Mayor fue robado por sus discípulos, depositado en un barco y, guiado por un ángel, llevado de nuevo hasta las costas gallegas entre los ríos Ulla y Sar, donde lo colocaron sobre una gran losa de piedra que «como si fuera cera derretida quedó convertida en sepulcro», tras lo que fue enterrado en un lugar del que no se conservó constancia escrita.
Símbolo apostólico en el Camino de Santiago
El culto a los huesos de Santiago
Durante siglos la historia de Santiago el Mayor permaneció borrada de la memoria colectiva, pero poco a poco fueron apareciendo textos que hablaban del apostolado de Santiago. En el «Breviario de los Apóstoles» se habla de Hispania como de su zona de predicación y se menciona el «Área Marmárica» como su lugar de enterramiento. También en otra obra de San Isidoro se recoge su misión apóstolica, e incluso en los «Comentarios al Apocalipsis» del beato de Liébana del año 786, pero fue finalmente en el siglo IX cuando se anunció el hallazgo de la tumba de Santiago.
La «Historia Compostelana» escrita en el siglo XII recoge la singular historia de como unas luces extrañas surgidas de la nada mostraron a un eremita llamado Pelayo el lugar donde se encontraron los huesos del apóstol. Así se lo indicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia quien ya con los restos de Santiago, en el año 813, lo notificó a Alfonso II el Casto, por entonces rey de Asturias.
En una época tan difícil como aquélla, en plena invasión musulmana, dotar de autenticidad aquel descubrimiento se convirtió en cuestión no solo simbólica sino vital para la Fé Cristiana en la lucha contra la expansión del islamismo. Tanto fue así que a lo largo de los años y siglos venideros se cuenta que los huesos de Santiago estuvieron siempre presentes en importantes victorias cristianas, como las de la batalla de Clavijo (año 844) o la famosa batalla de las Navas de Tolosa (año 1.212) lo que le hizo merecedor del patronazgo de España el cual se mantiene hasta el día de hoy.
La certificación de la autenticidad de los huesos de Santiago se consiguió en un acuerdo entre el rey de Asturias y el franco Carlomagno, hombre de gran influencia en las decisiones que tomaba el papado, aunque hubieron de pasar varios siglos para que un Papa, León XIII, en el año 1.884, publicara en una bula, «Deus Omnipotens«, la autenticidad de las reliquias de Santiago el Mayor.
Aún con la bula la historia de Santiago deja muchas lagunas e incongruencias que han permitido que a lo largo de la Historia se pusiese en duda si verdaderamente aquellos huesos pertenecieron realmente al apóstol, máxime cuando tras ciertas investigaciones científicas apareció un nombre ligado a ellas, el del obispo Prisciliano.
Sin embargo ésta es otra historia que bien merece su propio apartado y que puedes leer en…
Mientras tanto, aquí tienes otras historias santas
Publicado en: Misterios sin resolver
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Buena redacción amigo, excelente historia.
la mejor manera de apreder de la historias es investigando y leyendo las historias biblicas o universal